Iniciamos una pequeña serie de artículos relacionados con la interconsulta médica, tras analizar la poca literatura disponible sobre este tema, y en los que trataremos las siguientes cuestiones:
  1. Exigencia de seguridad técnica
  2. La cuestión de la determinación de la responsabilidad de los agentes intervinientes en las interconsultas. Transferencia de Responsabilidad. Las interconsultas como intervenciones plurales. Hoja de Interconsulta digital.
  3. La cuestión de la privacidad y del adecuado y seguro tratamiento de la información.

Exigencia de seguridad técnica

La interconsulta digital consiste en un intercambio de opiniones sobre los procesos de los pacientes a través de la historia clínica informatizada. Así, un médico de Familia (especialista en Medicina Familiar y Comunitaria) puede realizar una consulta a uno o varios especialistas, y éstos pueden acceder a la historia clínica sin ver físicamente al paciente, evaluando esa consulta. Esta forma de interconsulta mejora la comunicación entre niveles asistenciales y ofrece al médico de Familia la posibilidad de consultar casos clínicos o resolver dudas sobre pacientes sin necesidad de derivarlos, si no es preciso.

Esta interconsulta no presencial permite mejorar el seguimiento de pacientes, especialmente si son crónicos y pluripatológicos, permitiendo mantener a los profesionales de Familia el control de la toma de decisión conforme a las posibles indicaciones del especialista y, por tanto, la responsabilidad de la actuación sobre sus pacientes. No en vano son los médicos de Familia quienes, como parte de su formación, reciben entrenamiento específico para la intervención sanitaria en el ámbito comunitario y coordinar la atención de las personas que necesitan del concurso de otros especialistas, debiendo ser capaces de comunicarse adecuadamente con colegas de diferentes especialidades para mantener una continuidad asistencial*Son ellos los profesionales que, en un entorno de cambio en cuanto al enfoque de lo que se entiende que debe suponer la atención sanitaria hoy en día, habrían de acompañar realmente al paciente, integrando la actuación de distintos especialistas, para proporcionar así una asistencia integral y una experiencia de paciente óptima.

En este sentido, la interconsulta debe ser considerada a todos los efectos como un acto profesional, tanto desde el punto de vista económico como desde el punto de vista ético y jurídico.

Así lo ha entendido la Comisión de Deontología del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona (2017):

“Facilitar el uso de la consulta virtual para agilizar el proceso de asesoramiento entre médicos es, sin duda, una buena estrategia. Implantar la derivación virtual obligatoria, para que sea sólo el médico consultado quien decida si ha de visitar al paciente, es minusvalorar la capacidad del médico de atención primaria, socavar su autoridad frente al paciente, fomentar conflictos relacionales y diluir de forma ambigua las responsabilidades”.

A pesar de su creciente relevancia, las interconsultas ni han sido ni están siendo atendidas debidamente en la literatura médico-legal. Y ello, a pesar de que constituyen una herramienta clave en un entorno de cambio de paradigma en lo que a la atención médica se refiere, tanto desde el punto de vista puramente asistencial, como tecnológico. El acto médico comienza a ser, en realidad, el resultado de diversas intervenciones y decisiones compartidas por diversos agentes y profesionales sanitarios y equipos de especialistas. La creciente importancia de las interconsultas, pensamos que exige una atención especial y el establecimiento de un entorno tecnológicamente seguro que facilite su correcto desarrollo.

En tanto que actividad carente por lo general de programación, de carácter discontinuo y puntual (sólo a demanda), la interconsulta es una actividad tradicionalmente considerada como “marginal” en el ámbito médico. Pero hoy en día se está constituyendo en uno de los ejes fundamentales de una nueva concepción de la asistencia sanitaria entendida como servicio integral enfocado a la experiencia de paciente, más allá de la simple atención médica.

En los diez mandamientos de la interconsulta establecidos en 1983 por Goldman**, se indica que “no existe sustituto para el contacto personal y directo”. No obstante, en la actual coyuntura de desarrollo tecnológico, pensamos que un adecuado entorno digital diseñado al efecto puede, además, permitir asumir el citado decálogo minimizando los riesgos y garantizando la seguridad e integridad del tratamiento de la información: determinar el motivo de la consulta; establecer la urgencia de la misma; garantizar al consultor la posibilidad de obtención de datos relevantes; brevedad y concreción en la respuesta; claridad en las recomendaciones; anticiparse a los potenciales problemas en la evolución clínica y poder realizar un seguimiento adecuado;  enseñar con tacto y discreción (relevancia pedagógica de las interconsultas como medio para la mejora de la formación y capacitación del médico de Familia); y determinar la responsabilidad propia del médico consultor (con una función auxiliar) y del médico solicitante (que mantiene el control de la toma de decisión conforme a las indicaciones de aquél y su responsabilidad).

En todo caso, el sistema de interconsultas debería ser capaz de garantizar:

  • Agilidad en la respuesta
  • Comunicación verbal fluida
  • Respuesta siempre escrita
  • Concisión y claridad
  • Seguimiento diario
  • Facilitar el contacto posterior
  • Informe de alta
NOTAS

*Competencias básicas en medicina interna. Porcel et al. Revista Clínica Española (2011) 211(6):307-311. En Prieto de Paula, José Mª. Los informes clínicos, las interconsultas y la seguridad del paciente. XIV Congreso de la Asociación Española de Gestión de Riesgos Sanitarios y Seguridad del Paciente (2011).

**Goldman et al. Arch Intern Med (1983) 143:1753-1755

José Luis del Río | Área Legal y de Cumplimiento Normativo de BHD CONSULTING, S.L.

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